Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo realizada en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, en junio de 1992, se propuso celebrar el 22 de marzo el Día Mundial del Agua, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de ese año.
De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), 2.200 millones de personas viven sin acceso a agua potable y al menos la mitad de la población mundial enfrenta grave escasez del recurso durante una parte del año.
Estudios revelan que nuestro planeta está compuesto en un 70 por ciento por agua, pero solo el 3,5 por ciento es dulce y el 0,025 es potable.
Dado el impacto que tiene la escasez de agua en la vida, se torna un imperativo su ahorro y explotación racional.
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Causas del déficit
El Informe Mundial de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020 refiere que el cambio climático trae aparejados eventos más severos (tormentas, huracanes, etc.), así como extensas sequías y olas de calor.
El incremento de la temperatura a nivel global ha provocado el derretimiento de los glaciares y el permafrost, que a lo largo de siglos han sido fuentes de agua.
Otra causa es la contaminación de la masa hídrica por residuos industriales, mineros, químicos y fugas de petróleo, entre otros, junto con la tala indiscriminada, que contribuye a que ríos y lagos se sequen.
Por otra parte, en numerosas actividades, como producciones de ciertos bienes o la gestión de urbanizaciones (en especial en sociedades de consumo), se constata despilfarro o utilización excesiva del agua.
Consecuencias a la vista
La Organización Mundial de la Salud cifra en más de 502.000 las muertes al año por consumo de agua contaminada, lo cual puede trasmitir enfermedades como diarreas, cólera o poliomielitis, o el bajo consumo, que deriva en deshidratación y otras complicaciones.
La falta de agua impacta en la agricultura, la ganadería y la industria (esferas vinculadas a la producción de alimentos), y por consiguiente genera inseguridad alimentaria y hambre.
También provoca la desaparición de especies vegetales, con el correspondiente efecto sobre especies animales que hallan en las plantas su fuente de alimento, así como el aumento de la pobreza y los conflictos.
Otra consecuencia son las migraciones masivas. Años atrás, el Instituto Mundial del Agua estimó que entre 24 y 700 millones de personas de África subsahariana podrían sufrir desplazamiento para 2030 debido a la aguda escasez de este recurso.
Más afectados
Según el World Resources Institute (WRI), más de 1.000 millones de personas viven actualmente en regiones con escasez de agua y hasta 3.500 millones podrían sufrir su escasez en 2025.
WRI señala que las naciones más afectadas por este problema se encuentran en Oriente Medio y el norte de África, y entre las cinco primeras ubica a Kuwait, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Qatar.
La ONU recuerda cada año que está en nuestras manos no malgastar ese recurso tan preciado para la vida, y promover conciencia ambiental para cuidarlo y legarlo a las futuras generaciones.
Tomado de: TeleSUR