Barricada

Una Nicaragua de nuevos amaneceres

Las letras que componen las trescientas noventa y dos páginas de La paciente impaciencia, reúnen un conjunto de vivencias, experiencias, aprendizajes y lecciones que expresan por sí mismas la ardua travesía del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como fuerza guerrillera, que buscaba el derrocamiento de una tiranía gestada por el imperio norteamericano, y por ende, al servicio del poder imperial; y todo esto, escrito desde la perspectiva de uno de los protagonistas históricos del Frente Sandinista: Tomás Borge Martínez. La obra de Tomás describe con lucidez profunda las aventuras de un guerrillero revolucionario, impetuoso, tenaz, audaz, rebelde, sensible, apasionado y perspicaz, que desde muy joven obtuvo una noción objetiva de la realidad social de nuestro pueblo, lo cual lo conllevó a volcar sus sueños, añoranzas y deseos a favor de la liberación del pueblo nicaragüense, y a buscar aquellas tierras de leche y miel.

Los sueños de Tomás eran ávidos, ambiciosos, profusos, sin fronteras; eran sueños de reconstrucción y bienaventuranzas que lo llevaron a idealizar, aún en los peores momentos, a una Nicaragua generosa. Y aún siendo torturado por agentes esbirros de la Guardia Nacional de Somoza, Tomás imaginó que algún día brillará para todos un sol desconocido, que iluminará la tierra que nos prometieron nuestros héroes y mártires (…) donde florecerán todos los frutos, menos el fruto del discordia; tierra donde el hombre será hermano del hombre y en la que reinará el amor, la generosidad y el heroísmo, y a cuyas puertas nuestro pueblo será un ángel guardián que (…) impedirá el retorno del egoísmo, la prepotencia, la soberbia, la corrupción, la violencia y la explotación cruel y agresiva de unos hombres contra otros; y quizás no podía ensanchar más su visión, porque visionando desde la prisión, se acercaban los esbirros del dictador a asediarlo.

El mismo Tomás, a más de tres décadas de aquellos suplicios aún recuerda: No hubo parte de mi cuerpo donde no me golpearan, incluyendo la cara y los testículos. Me fracturaron dos costillas; fracturas que, al ponerme en pie, estornudar, toser y hasta respirar, me producían un agudo dolor en el costado izquierdo; entre otras torturas crueles y desalmadas descritas en La paciente impaciencia.

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Amén a esto, los sueños en Tomás son fuerzas impetuosas que las constelaciones del universo no pueden detener; son sutiles rayos de luz desprendidos de la gigante lumbrera, que parecen inofensivos e indefenso, pero que tienden a mantener el alma viva aun cuando la muerte se ensaña en agudizar la agonía; los sueños son el palpitar constante del prisionero en careo que persigue mantener su lealtad; son el más álgido sentimiento de espera y paciencia para el guerrillero visionario; son esperanzas asediadas por dolores y lamentos, pero resguardadas con coraje; los sueños en Tomás son emociones vívidas arraizadas en el corazón de un revolucionario por antonomasia. Los empellones, golpizas, torturas y arrebatos desalmados contra el guerrillero, no coartaban su visión, por el contrario, Tomás hilvanaba sueños:

Imaginaba a Centroamérica unida, surcada de amplias carreteras; ciudades universitarias llenas de gente alegre, de laboratorios y amplias bibliotecas; haciendas populares de ganado con decenas de miles de cabezas, fábricas de leche y niños sonrientes (…) Imaginaba a Carlos Fonseca viendo con sus ojos miopes y azules a nuestro pueblo, desde una tribuna de madera levantada en uno de los extremos de una multitud, delirante y feliz, que gritaban su nombre.

Para entonces, en el pináculo de la Insurrección, cuando ya se comenzaba a avizorar la tierra prometida, Tomás decía: Hoy, el amanecer es aún una tentación; sin embargo, después del histórico triunfo del 19 de julio de 1979, y de la enorme celebración victoriosa del 20 de julio de 1979 en la plaza de la revolución, los sueños de esos amaneceres inmortalizados por Tomás, dejaron de ser una tentación.

Hoy nuestros héroes y mártires sonríen al ver a Nicaragua surcada con los nuevos amaneceres que ellos enarbolaron en cada consigna, gesta y en cada sacrificio.

Los amaneceres nuevos están en los niños y jóvenes que acceden libre y gratuitamente a las aulas de los distintos subsistemas de educación del país; están en los hospitales construidos con las mejores condiciones para servir a los más necesitados; está en las calles y avenidas que facilitan la libre movilización en los más de 130,000 km2 de nuestro pueblo; los nuevos amaneceres son los valores de amor, paz y reconciliación, convivencia, respeto y solidaridad, erigidos desde las leyes, instituciones, iglesias, familias y comunidades; los nuevos amaneceres están en este reciente 40/19 que las familias nicaragüenses celebraron juntos y juntas en un mismo sentir en la plaza de la Fe.

Hoy el amanecer ya no es una tentación dijo al unísono el pueblo nicaragüense en este 40/19. El nuevo amanecer de aquel 19 de julio de 1979 trajo consigo un nuevo sol y un nuevo ciclo para la historia de Nicaragua, y desde entonces, en Nicaragua nos ilumina un sol que no declina. Y vamos siempre más allá.

Por Adolfo Alejandro Díaz Pérez