Barricada

A esas alturas en verdad todos pensábamos que “Nicaragua entera olía a victoria”.

Mañana conmemoraremos el 40 Aniversario del histórico Repliegue Táctico hacia Masaya, llevado a cabo el 27 de junio de 1979.

 A un día de este histórico acontecimiento, el Equipo de Barricada/Historia, les propone la lectura de un texto escrito por el Comandante Guerrillero Raúl Venerio Granera (Q.E.P.D.), quien pasó a otro plano de vida, el 2 de junio de 2019.

Con este relato, redactado en el julio del 2013, el Comandante Guerrillero Raúl Venerio, describía el contexto histórico de la insurrección popular en Managua y el Repliegue Táctico a Masaya.

Sus recuerdos nos permiten comprender mejor los hechos y protagonistas de la Ofensiva Final; al mismo tiempo, publicando esta nota, queremos honrar su memoria y su legado.

– ¿Quién puede saber anticipadamente lo que tendrá eficacia real en la historia? Tratar de obtener esa eficacia jugándose la vida, es la mayor grandeza del hombre. Roque Dalton

El Repliegue Táctico a Masaya se llevó a cabo el 27 de junio de 1979. Nueve meses y dieciocho días después del inicio de la insurrección de Septiembre de 1978, que fue cuando se da el primer intento de levantamiento masivo pero que esa vez no cuajó. Aunque tampoco podemos señalarlo como un fracaso porque no lo fue. Al contrario, muy a pesar de las cuantiosas bajas en muertos y heridos que tuvimos en esa jornada nacional, también heroica, logramos sacar una enorme experiencia de conducción estratégica en el arte de la insurrección. Lo que nos permitió afinar planes y ser mejores y más cuidadosos en la elaboración de los mismos para intentarlo de nuevo.

La Insurrección de Septiembre a su vez fue la síntesis de una acumulación de acciones revolucionarias anteriores: como la toma del Palacio Nacional, la Insurrección de Monimbo, el asalto al cuartel de Masaya, la toma de las ciudades de Granada y Rivas, los ataques a Matagalpa, a San Carlos, Cárdenas, San Fernando y las mil veces heroica Estelí, entre otras. Así como el permanente hostigamiento a las columnas móviles y los ataques a cuarteles que la Guardia Nacional tenía a lo largo y ancho de Managua, y que ellos en sus transmisiones de la cadena de mando identificaban como Sierra Uno, Sierra Dos, etcétera. En fin, fue el matinal resplandor de una propuesta que en poco tiempo no solo vencería a la tiranía dinástica, pero sobre todo derrotaría la exclusión; el cuartelazo y el invasionismo derechista para convertirse en la causa de todos los nicaragüenses. Porque fue el accionar de un pueblo que al unísono creyó que unido podía hacer la Insurrección y esa responsabilidad la asumió con valentía, conspirando y combatiendo lleno de esperanza y confianza al lado de las tropas insurreccionales regulares del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Producto de toda esa experiencia, sin hito en los anales de nuestra historia, llegamos a convencernos, entre otras cosas, que los planes generales de la insurrección para la capital, tanto en los táctico como en los estratégico, no se podían entender como una variante de lucha similar a la que teníamos diseñada para el resto del país, por ser Managua el centro militar y de poder de la dinastía. En otras palabras: LAS ENTRAÑAS DE LA BESTIA. Pero esto tampoco significaba que no existían planes emergentes porque sí existieron. Es más, habían planes que se iban conformando y ajustando de acuerdo a la presión de los acontecimientos diarios. Se prepararon dos posibles variantes en caso fuera necesario el atrincheramiento en el teatro de operaciones militares de la capital: la de los barrios orientales y la de los occidentales. Cada uno con sus propias características.

Pero cuando en abril de 1979 el ejército somocista asesina al héroe Cristian Pérez Leiva (que era miembro de la comisión militar del Frente Interno), le capturan los planes terminados del atrincheramiento de los Barrios Occidentales, que fueron los primeros que se terminaron por ser estos los más viables por dos razones que nosotros considerábamos obvias. Una. La posibilidad de tener acceso a algún tipo de retaguardia. Pues teníamos la certeza de que León y Chinandega estarían en poder de las tropas guerrilleras del Frente Occidental, garantizando el tendido a la frontera norte, a cuenta de que allí no existían grandes concentraciones de la Guardia Nacional porque estaban en el otro extremo, empantanadas por los combatientes del Frente Sur. Y en segundo lugar, por sus bien definidas particularidades urbanísticas si acaso se daba el atrincheramiento y la lucha casa por casa. Que era lo más seguro sucedería.

En el caso de los barrios orientales – que fue donde terminamos atrincherados por razones que nada tuvieron que ver con la previsión ni con esos planes elaborados de forma adelantada, -teníamos el Aeropuerto Internacional y la Fuerza Aérea como objetivos militares para empantanar a la guardia somocista que preveíamos iba a defenderlo a muerte. Además de una razón muy importante que se previó a la hora de las acciones combativas: la existencia de ese maravilloso cauce que cruza esos barrios orientales en dirección sureste-noroeste, que significaba una invaluable barrera natural anti-tanque que protegía el sector, teniendo únicamente tres o cuatro puntos de paso forzado que debíamos defender con armas diseñadas para esa contingencia.

Mientras tanto, de manera sostenida y a como venía sucediendo desde octubre de 1977 cuando se inicia la Ofensiva Final con el ataque al cuartel G.N. de San Carlos, las Escuadras Tácticas insurreccionales manteníamos sobre el enemigo una ofensiva de hostigamiento permanente. Pero el día llegó en el mes de junio de 1979, en que el pueblo que participaba en las incursiones nocturnas en los barrios orientales de Managua, de forma masiva y al grito de “¡Dichosa la madre que parió un hijo sandinista!” no se replegó a sus casas, sino que, en una acción vigorosamente espontánea y ya con la luz del día se quedó atrincherado. De forma que el día 9 de junio de 1979; el Estado Mayor de Managua obligado por el apremio de esa acción de los combatientes populares, decidimos hacer entrar las escuadras guerrilleras al área para así, todos, ponernos al frente de la resistencia activa y revolucionaria. Aclarando que ya para esos momentos los “terceristas” en forma de avanzada teníamos un destacamento de armas y combatientes “sembrados” en el sector.

¿Qué si me acuerdo de la extensión territorial que controlábamos en ese ámbito? ¡No! No lo recuerdo. Solamente sus linderos. Como tampoco nunca supe qué población total estaba allí. Pero era enorme y grandiosamente valiente. Además, la propuesta insurreccional también contemplaba el llamado que se había hecho a la huelga nacional total que cada día cobraba más fuerza con la participación del pueblo organizado que era consciente y activa en todas sus manifestaciones. Incluyendo las acciones perennes y presurosas que sostenían las Unidades de Combate que se sucedían en ese mes de junio de 1979. A esas alturas en verdad todos pensábamos que “Nicaragua entera olía a victoria”.

Quiero decir también, que en verdad en esta fecha y en este saludo desearía abarcar todos los acontecimientos y heroísmos que se dieron, pero desafortunadamente esto no es posible por un asunto de espacio. Pero sí me propongo mencionar algunos recuerdos que saltan a mi memoria en este día de evocaciones y celebración, como estoy seguro que también le deben de llagar a cada uno de los combatientes de esa gesta trascendental. Hazaña que fue como un resultado de todo un proceso de maduración y de lucha sin cuartel en contra de las tropas de la dictadura, como parte de los planes estratégicos de la propuesta Insurreccional que nos guiaba como Faro de Alejandría.

También en este día y en este saludo quiero recordar con orgullo -entre otras cosas- el heroísmo sin límite de nuestros combatientes populares. Ejemplos vivos de un pueblo indomable que recogió la bandera del general Sandino para demostrarle al mundo que efectivamente es mil veces más digno “morir de pie que vivir de rodillas”.

De igual manera debemos de recordar con respeto y real admiración el heroísmo de nuestras combatientes mujeres; del sacrificio y de la abnegación de nuestras mujeres madres, de nuestras mujeres esposas y mujeres hermanas, las que fueron un verdadero baluarte incalificable en todos los ámbitos de esa gesta memorable.

Y no quiero dejar pasar esta ocasión sin mencionar en este corto saludo al Repliegue Táctico a Masaya, a una amadísima militante y aliada pertinaz que nos amadrigó y defendió siempre del asedio de las tropas del dictador, durante los diecisiete días con sus noches que combatimos sin tregua ni cobardía. Y en los últimos días casa por casa y casi cuerpo a cuerpo. Me refiero a las históricas y legendarias Barricadas.

“La Barricada cierra la calle pero abre el camino”. Decíamos en ese entonces. El pueblo y los combatientes aprendimos juntos a construirlas y a cuidarlas; a restablecerlas si acaso las destruían; a hablarles de nuestros temores y esperanzas y hasta -acurrucados en sus faldas protectoras- hacerlas cómplices de romances y amores. Y ese muro de forma contorneada, cuando el repliegue, fue el último marco de referencia que los combatientes vimos resplandeciendo en la oscuridad de la noche. Cuando en los confines de las ultimas casa con lágrimas y pesares nos negábamos a dejar los cuerpos y la sangre de los compañeros y compañeras que se quedaba, que no irían con nosotros en el repliegue porque se quedaban cerrando la calle para que los que nos íbamos pudiéramos por y en nombre de su sacrificio, garantizar el camino que nos conduciría a la conquista de nuevas victorias. A la ansiada liberación que sabíamos estaba cerca. Todo esto, sustentado por la confianza más autentica y definitiva que pueblo alguna haya tenido en sus combatientes, como fue la confianza que tuvo nuestro pueblo en los combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional: ”Porque nos vamos a la runga con los muchacho”, gritaban al unísono. En fin, el Repliegue Táctico a Masaya fue como un repicar de campanas que presagio la victoria.

Treinta horas de marcha hasta que entró el último de los replegados. Veintisiete heridos de camilla; 22 guerrilleros muertos (Yeikos nos apodaba la G.N.), más 23 de la población de Nindirí causados por la aviación enemiga, y una inmensa voluntad para hacerlo, entre otras cosas costó el Repliegue Táctico a Masaya. Muy poco tiempo se requirió para demostrar la justeza y lo correcto de la decisión de replegarnos y así conservar toda aquella fuerza que al final fue decisiva. Hoy, 34 años después, desde esta cómoda silla y frente al parpadeante ordenador donde me encuentro escribiendo estas evocaciones, aquella difícil decisión vista en perspectiva y con todo lo que aconteció me parece aún más justa, más correcta y hermosa que nunca. Lo digo con un feo torozón y anegado en un mar de sudor y un poco de lagrimeo, lo que siempre me producen estos recuerdos testarudos y perpetuos.

Ya para cerrar y a manera de rubrica diré: Que la heroica Masaya -con Hilario al frente- y en su testaruda decisión de ser libre, a nuestra llegada abrió su corazón para recibirnos jubilosa. Y nosotros, los Replegados, abriendo el nuestro nos dispusimos para consolidar y ampliar sus posiciones militares. Para después convertirnos en una fuerza expedicionaria que no solamente consolidó el triunfo en Diriamba; Jinotepe y Granada, si no también -ya como “Batallón Rolando Orozco”-cortaría el corredor terrestre de suministros oxigenantes que abastecida a las tropas de la EEBI en el Frente Sur del “Comandante Bravo”.

El resto de la historia el pueblo de Nicaragua la conoce mejor… Porque él la vivió como artífice de la misma…

Escrito por: Raúl Venerio

En Palmira. Julio 2013

Tomado de: EL 19 Digital