Barricada

Testimonios de alfabetizadores

En saludo al encuentro de brigadistas en el 39 aniversario de La Cruzada Nacional de Alfabetización, compartimos con nuestros lectores testimonios de tres compañeros que en 1980 se unieron a la primera tarea más noble de la revolución, que fue orientada a la juventud nicaragüense.

El compañero Francisco Bonilla tenía 16 años cuando se unió a la Cruzada Nacional de Alfabetización “estaba saliendo de bachiller, estudiaba en el Instituto Nacional Central Ramírez Goyena […] en el año 80 nos dan la misión que vamos a la Cruzada, que íbamos a ir a enseñar a leer y escribir esta noticia la recibimos con toda la emoción de la Revolución.

Todo mundo de manera entusiasta, la juventud entera se dispuso a movilizarse yo no recuerdo que haya habido jóvenes que hayan dicho ´yo no quiero´, inclusive nos encontrábamos a jóvenes del Centroamérica, el Pedagógico es decir colegios privados de los más importantes y más caro se movilizaron […]

Contingente Julio Buitrago

Conformamos el contingente Julio Buitrago Urroz porque es un nombre cruza mucho en la participación de la Revolución por el impacto que tuvo Julio con su asesinato por parte de la guardia en Las Delicias, eso impactó mucho en la juventud.

Formamos los batallones de la producción y nos empezamos a preparar físicamente en pelotones, escuadras y todos los días al mediodía nos íbamos con un compañero que le decíamos Hulk que fue el responsable de prepararnos físicamente, entonces nos íbamos al Residencial Valle Dorado a entrenar […]

Nos organizamos y empezaron a darnos la ubicación […] nosotros quedamos cerca de Matagalpa. Yo alfabeticé en la Comarca Las Escaleras entrando por el empalme de Santa Emilia está a unos 40 kilómetros de Matagalpa; nos concentraron en una hacienda cafetalera que se llama Lucha y Providencia y nos fueron distribuyendo en toda la zona una parte se fue a la hacienda La Viola y yo terminé en la hacienda el Diamante.

Los responsables en general eran docentes, el material era una pizarra acrílica negra, una mochila verde, la cotona, pantalón azul con Botas y el material bibliográfico que yo todavía tengo en mi casa […] Lo que se armó fue un ejército de jóvenes educadores.

Nosotros teníamos a unas 40 personas, eran cortadores de café y campesinos, obreros agrícolas que vivían en alrededores. Bajo mi responsabilidad  tuve 16 personas y alfabeticé a 12, entre ellos niños, jóvenes y gente adulta no había una distinción; teníamos reuniones quincenales para evaluar el avance y logramos bajo la metodología que nos enseñaron logramos alfabetizar a la gente y la pobreza era inmensa.

En la finca estábamos 3: Pedro Pablo Chamorro, Geovani Bravo y yo,  encontramos un cañón viejo no sabíamos de que año era, hicimos un monumento y le pusimos brigadistas nosotros nos hacíamos llamar Los Jeicos porque nos sentíamos Rambo. La Cruzada nos marcó, nunca más podemos volver a ser a como fuimos antes de la Cruzada, es la generación que vivió la revolución es una generación especial por el nivel de compromiso con la revolución.

En la Cruzada nos fuimos todos fue una aventura sin saber el compromiso que traeríamos de regreso, nosotros fuimos una juventud especial vivimos situaciones especiales […] El sello más importante de esta generación es la Cruzada Nacional de alfabetización y el aporte más bonito de haber enseñado a leer y a escribir a gente muy humilde”.

Don Ismael motivo para alfabetizar

El compañero Mauricio Chávez nos comenta una de sus anécdotas.

Me impactó mucho Don Ismael, un anciano alto, recio se le miraban los años. Él vivía en una parte alta, me tocaba ir donde él entre las 5 y las 6 de la tarde, me esperaba sentado en una mesita con la pizarra puesta.

A nosotros no nos dieron las lámparas Coleman que son un ícono de la alfabetización, entonces nos tiramos con candil grande que hizo Don Ismael y me impactó la necesidad que sentía de aprender y le temblaba la mano, rompía el papel, se quebró la punta del lápiz porque no es lo mismo agarrar un machete a querer agarrar con soltura un lápiz.

Eenseñar que no debe de apretarlo porque si no lo quiebra, enseñarle a que la tiza se agarra de esta forma para que no se quiebre, a Don Ismael se le ponían los ojos llorosos, entonces hablé con mi técnico y le dije ´Perla Fíjate que don Ismael no puede estudiar´ y le conseguimos unos anteojos, Don Ismael era un chavalito cuando le llevamos los anteojos, feliz y decía ´Ahora sí´

Don Ismael para mí era un sentimiento de ternura porque a los chavalos les enseñaba en la mañana, a los adultos ya entre mediodía y la tarde y luego donde él; yo esperaba ir donde don Ismael porque yo quería traerme la satisfacción de haberle enseñado a leer pero por las condiciones no pudimos.

Llegó un día que me dijo ´Compañero no puedo, yo quiero pero no puedo´, esa fue la primera frustración que me lleve como alfabetizador, que me dijera no puedo y no era porque no quisiera mirar sino que las condiciones naturales, su edad y las condiciones en las que había vivido no le permitía.

Estudiantes de primaria alfabetizaron

La compañera Georgina del Carmen Chamorro Mejía, nos cuenta cómo se unió a la CNA.

“Me uní a la Cruzada Nacional de alfabetización en el 79, acababa de cumplir 10 años y todo lo que significó la guerra a uno lo marcó […].

Como muchas de las familias nicaragüenses, tuvimos un inicio como familia Revolucionaria con una persona que tuvo que ser el guía ideológico en la familia y luego de eso integrada ya en la primaria casi por salir de sexto grado pues me veo involucrada en la primera gran tarea encomendada como familia nicaragüense Y también enseñan a leer…

En el Instituto Nacional Maestro Gabriel, éramos un montón de niños aprendiendo a educar […] yo fui una de las que no pudo movilizarse de Managua porque nos tocó quedarnos en la parte urbana ya que teníamos muy poca edad eso fue lo que dijeron los organizadores, no nos dejaron movilizarnos fuera de Managua porque creyeron que éramos demasiado pequeño.

Nos convertimos en alfabetizadores urbanos, fui asignada a una casa que era de la guardia que después pasó a ser el Instituto Japón en el barrio Los Ángeles, nuestro centro de acción, ya casi para cumplir los 11 años trabajamos con la gente del barrio y muchos de nuestros compañeros que también alfabetizaban en el área urbana, se convirtieron en maestros populares.

Una de las mejores anécdotas fue el hecho que también alfabetizara a mis abuelas porque habían venido del campo, de la Libertad, Chontales y nunca habían tenido la oportunidad de educarse después de tanto de lo que ellas habían vivido.