Barricada

Tres malos poemas con una buena intención

Tan malo es no sentir lo que vemos como para NO encontrarle una buena intención…

Garvel

Un poema de invierno: A esta hora llueve

A esta hora llueve de arriba para abajo

De lado y con viento.

Llueve como si Dios se desgastara llorando por

sus deslices, llueve como un insolente alarido rabioso

Llueve franco y fino  haciéndose masa con el polvo

artísticamente charco. Desde la viga malabarista

gotas estampan su brusca tarea en el trampolín de sus

goteras, llueve con relámpagos de culpa, con pesares

que son diluvios.

Inundadas  palabras brotan de tu arroyo café.

Todo es tan distante tan florecido y tan pantanoso,

a esta hora llueve sobre los hombros que abrazamos

llueve  sobre los marañones y sobre las orugas,

en las tejas corren cascadas que van a dar a la

hondonada.

Afuera llueve, ya te dije.

llueve  de arriba para abajo 

llueve con el pretexto del calor

llueve como un insolente

llueve con culpas y relámpagos.

Pero aquí adentro, sin tu pelo y sin sus mortajas

en esta cueva arrendada de fantasmas. Todo sigue seco,

Sin embargo a esta hora llueve.

¡Hágalo y ya!

Enamórese de lo sencillo de jugar

tablero y echarse un mañanero,

con cautela o sin razón usted

enamórese, enamórese de las

nubes  blancas o grises, de las

lluvias recias y  los soles  picantes

Enamórese del buen café y la buena

vista, enrédese a nomás poder del

escandaloso estornudo que nos dejan

las buenas risas, vacíe los gritos y no

se  le volverán tumores de  soledad

Enamórese de las buenas pláticas, de los

tragos fuertes y aquietantes, de inquietantes

soñadores, enamórese de los amores tunantes

y de las vírgenes liberadoras, de lo clásico y

su  acabado.

Enamórese de las nuevas voces pero no

de sus dioses, enamórese de su primer

amor sin que sea el último, aliñe la cama

y acaricie a su perro, tal cual necesitan amor

Camine solo y enamórese de la siesta sin

descuidarse en regresar, enamórese de la fidelidad

de sus enemigos, de lo prohibido; El castigo

nos apremia con sus bajezas y enteras envidias

Enamórese de lo torpe y lo ciego que nos hace

andar la intensión, no se guarde la pasión enamorada,

enamórese del pecado y sus juzgados, disfrute usted

del amor y sus vagones ¡hágalo y ya!

Pesares para un bastardo

Rarezas han caído entre nosotros, quienes lidiamos con su temple y

su fragilidad.  Mártires, héroes, villanos, melancólicos y alcohólicos.

Padecen de esas ausencias amorosas que no curan las mejores

madrugadas ni los peores sacrificios. Demonios en su laberinto,

atrapados por alguna musa o una prenda que les destiñe la sien

y sus canas.

Se pierden entre la gente, estando invisibles se ven mejores,

murmullan sobre la ciudad,  los duendes, la guerra y su sexo.

Fuman desaseadamente, incansables suben las escaleras

de humo y se ahogan como pequeñas moscas en el azúcar.

Saltan desde la terraza de vagos imaginarios, caminan

atravesando las calles, con desgarrados espectros y aspectos.

Boina por solideo, quizás así se sienten bendecidos arrancándole alas a

los ángeles de la palabra, endiosan su ego y arrogancia. Apestan a

desmanes de aventuras, se enlutan con los colores más pasteles del día.

Podrían ser tan sinceros que sus mentiras son una romántica verdad,

encampanan como  sirenas a través de la tinta minuciosa y perfecta

de la imaginación, derriban gigantes, asaltan palacios, alcanzan lo infinito

pero nunca tienen paz.

Escrito por: Garvel

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