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Ideario antiimperialista del General Zeledón: Sin libertad no hay vida, sin igualdad no hay luz

Compartimos con nuestros lectores un manifiesto escrito por el General Benjamín Zeledón, el 10 de agosto de 1912, hace 108 años, desde Tipitapa, donde daba a conocer su ideario antiimperialista: Sin libertad no hay vida, sin igualdad no hay luz.

Y lanzó un grito de batalla, que resuena aún en estos tiempos: No más intervención en nuestros asuntos internos. 

En la hora crucial del combate contra las fuerzas combinadas de los traidores a la patria y las huestes extranjeras, alza su voz patriota y anti intervencionista, el General Benjamín Zeledón Rodríguez:

“Brazo a brazo hemos luchado con la muerte. En el reloj de nuestros infortunios, solemne, mágico, sonoro y sublime, ha sonado la hora de la redención.  Y os saludo en estos momentos históricos, soldados del Partido Liberal.

Vuestros pechos.  Coraza opuesta a la muerte.  Han vertido sangre generosa, porque es sangre de libertadores.

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Aliviaremos las necesidades del pueblo

Brisas de libertad refrescarán el bello país de Nicaragua.  La madre anciana encorvada por la miseria, el niño pálido por la escasez, serán redimidos. El pobre humillado, explotado, escarnecido por una insolente oligarquía, tendrá pan para sus bocas hambrientas y lienzos para cubrir sus ateridos cuerpos desnudos. Estamos en el día de la independencia; el agricultor labrará la tierra prolífica, bien sabido de que lo que le produzca no le será confiscado.  Los que saquearon el Tesoro Nacional, devolverán lo que ilegítimamente cobraron; sólo retendrán lo que se les debía, el resto de ese dinero pertenece al Tesoro Público, al pueblo, cuyas necesidades aliviaremos.

Recobraremos nuestros derechos, reconquistaremos la libertad

Nuestros hijos, nuestros hermanos tendrán escuelas, y la instrucción pública difundida por todas partes, el bien sembrado en todas las almas, les servirá de eficaz apoyo en los trances de la vida.  Ciudadanos, recobraremos nuestros derechos: La igualdad ante la ley será como Sol alumbrando a todos, a los grandes y los humildes, a los ricos y a los pobres.  Los tribunales de justicia y los jueces, ya no serán respiradero de venganzas ni se dejarán influir por la odiosa pasión política.

Sin libertad no hay vida; sin igualdad no hay luz; sin autonomía nacional impera el caos.  Hemos peleado, pues y pelearemos, porque la libertad nos de vida, porque la igualdad nos dé luz y porque la autonomía nacional efectiva, reconquistada, haga desaparecer el caos en que navegamos.  No más intervención en nuestros asuntos internos. 

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General Augusto C. Sandino, continuador de la gesta antiimperialista de Zeledón

Durante su estadía en Mérida, Yucatán, México, el General Augusto C. Sandino, dedica un escrito homenaje a Zeledón, en ocasión del décimo octavo año de lucha anti imperialista en Nicaragua.

En su escrito, fechado el 4 de octubre de 1929, dice el General Sandino, que es necesario mencionar fechas históricas como el 4 de octubre de 1912.  Años tumultuosos en que como consecuencia de las inconformidades sobre el Tratado Chamorro-Bryan, estalló una revuelta contra el vende patria Adolfo Díaz, presidente entonces de Nicaragua e instrumento reconocido de la piratería yanqui. 

Esta insurrección, según historia el General Sandino, inició en Managua el 28 de julio de 1912 y culminó el 4 de octubre con la muerte del héroe Benjamín Zeledón, que ofrendó su vida bajo una lluvia de metralla en sacrificio en aras de nuestra Soberanía Nacional.    Zeledón, dice el General Sandino, no será olvidado y su recuerdo vive latente en el corazón de todo buen hijo de Nicaragua. 

Benjamín Zeledón, el Apóstol de la Libertad

En este mismo texto político, el General Sandino, cuenta como fue testigo del heroísmo de Benjamín Zeledón, y como hizo surgir y crecer en él, la indignación por la intervención imperialista, la que fue creciendo hasta convertirse en decisión de lucha, como el mismo nos narra

 “Era yo, en aquel entonces muy joven y estaba encargado de las haciendas de mi padre, por el amor a mi patria, ayer como hoy, latía en mi corazón y seguí con el anhelo el desarrollo de los acontecimientos. 

En esa ciudad de Masaya, a la que Rubén Darío llamó la Ciudad de las Flores, se encuentra la fortaleza de La Barranca, donde estaban atrincheradas las fuerzas del General Benjamín Zeledón contra los invasores norteamericanos y los vende-patria nicaragüenses encabezados por los esbirros Emiliano Chamorro y Adolfo Díaz.

El 4 de octubre, en la madrugada, yendo yo en camino a una de las haciendas de mi padre, escuché descargas de fusilería y ráfagas de ametralladoras en las hondonadas del Cerro de Pacaya; consecutivamente se oía arreciar un formidable combate que se había entablado entre dos mil soldados de infantería de la Marina norteamericana unidos a quince mil vende-patria nicaragüenses contra quinientos hombres del General Zeledón, que se defendían heroicamente contra aquella oprobiosa avalancha humana, después de un prolongado sitio que habían sufrido los autonomistas nicaragüenses, en aquella ciudad, donde tuvieron que comer hasta sus cabalgaduras. 

Nuestros sentimientos patrióticos y nuestro corazón de hombre joven ese encontraban en desesperante inquietud, pero nada pude hacer en bien de aquella noble y grandiosa causa sostenida por el General Benjamín Zeledón y a las cinco de la tarde de ese mismo día, aquel Apóstol de la Libertad había muerto y en una carreta tirada por bueyes fue conducido su cadáver al pueblo de Catarina”.

Una vida breve e intensa, por amor a Nicaragua

Un breve ciclo de vida de apenas 33 años, brillante, intenso, que marcó el inicio de la lucha antimperialista de Nicaragua.    El General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, nombró al General Benjamín Zeledón Rodríguez, el Apóstol de la Libertad.

El General Zeledón fue declarado Héroe Nacional el 1 de octubre de 1980, por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua.

“Benjamín Zeledón nunca será olvidado, vive en cada corazón nicaragüense que late con dignidad y fuego libertario antiimperialista”