“Fomentemos, pues, la virtud, fomentemos la dignidad, reverenciemos cada vez más a nuestros fundadores, recordemos cada vez más a nuestro Apóstol, más cada año y no por un motivo solo de gratitud, sino por ser necesidad, porque los necesitamos, porque necesitamos que con nosotros libren las batallas que estamos librando […]”.
Comandante Fidel Castro
Discurso pronunciado en la Cena Martiana ofrecida por el Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, 27 de enero de 1960
En conmemoración del 130 Aniversario de la caída en combate de José Martí, Diario Barricada comparte su biografía.
José Julián Martí Pérez nace en La Habana, el 28 de enero de 1853, en el seno de una familia modesta: hijo de un valenciano y una canaria, con sangre del pueblo en sus venas y sensibilidad para sentir, desde temprano, el dolor de los oprimidos. Apenas adolescente, la injusticia colonial lo marca con fuego: la esclavitud, el despotismo y la represión española despiertan en él un espíritu de rebeldía que no abandonará jamás.
A los 15 años, con la Guerra de los Diez Años iniciada en 1868, Martí ya es un joven comprometido con la causa de la independencia. Su poema dramático Abdala refleja, tempranamente, una conciencia política aguda y una voluntad inquebrantable de libertad. Por escribir una carta expresando su crítica frente a la decisión de un amigo que se había alistado en el ejército español, es condenado a seis años de trabajos forzados, aunque luego se le conmuta la pena por el exilio. Así comienza el largo recorrido de un revolucionario forjado en el destierro.
Formación y lucha en el exilio
Deportado a España, Martí continúa su formación intelectual en Madrid y Zaragoza, donde se gradúa en Derecho y Filosofía. Pero no se limita al mundo académico: se vincula con círculos republicanos y antifascistas, absorbe ideas y desarrolla una profunda comprensión del liberalismo democrático, siempre desde una perspectiva latinoamericana.
Posteriormente vive en México, Guatemala y, de forma prolongada, en Estados Unidos. En cada país actúa como periodista, profesor y organizador político. Estudia a fondo la realidad social de América Latina, pero también analiza con lucidez crítica el modelo estadounidense, al que percibe como una amenaza para la soberanía continental. Desde Nueva York, se convierte en el gran articulador del pensamiento y la acción independentista cubana.
Su labor no es solo política: Martí es también poeta, ensayista, diplomático, y sobre todo, educador del pueblo. Su palabra escrita y hablada está al servicio de la causa. Publica en periódicos de varios países, denuncia el expansionismo del Norte y alerta sobre la necesidad de una segunda independencia para América Latina: no solo de España, sino también del naciente imperialismo estadounidense.
Fundador del Partido Revolucionario Cubano
El 10 de abril de 1892, José Martí funda el Partido Revolucionario Cubano (PRC), no como un partido electoral, sino como una organización destinada a preparar el alzamiento definitivo por la independencia de Cuba y apoyar a Puerto Rico. Es un partido antiimperialista y continental, convencido de que la libertad de una isla depende también de la libertad de todo el continente.
Martí no trabaja solo. Establece alianzas con figuras como Máximo Gómez y Antonio Maceo. Desde el periódico Patria, órgano del PRC, impulsa una prensa al servicio de la revolución. Su visión es clara: “Hacer hombres, quien quiera hacer pueblos”, afirma, convencido de que la verdadera emancipación empieza por el pensamiento.
A pesar de que el Plan de la Fernandina (un ambicioso intento de enviar armas a Cuba) es descubierto y saboteado por las autoridades estadounidenses, Martí no se detiene. El 24 de febrero de 1895 estalla la guerra. Martí parte al frente de 400 expedicionarios y desembarca en Playita de Cajobabo el 11 de abril. Su destino es el combate. El 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, se lanza a la carga y es abatido por las balas enemigas. Muere con 42 años, pero nace el símbolo inmortal del Apóstol de la Independencia.
Pensamiento pedagógico
Martí no solo es el estratega político y el patriota de pluma y fusil; también es un educador profundo y un defensor radical de la niñez. En julio de 1889 publica la revista La Edad de Oro, destinada a los niños de América, convencido de que el futuro se construye desde la infancia. “Los niños son la esperanza del mundo”, escribe.
Su pedagogía promueve la verdad, la ternura, la equidad de género y la libertad de pensamiento. Sostiene que los padres deben ser amigos de sus hijos y que la educación debe formar seres humanos íntegros, no máquinas obedientes. Su ideal educativo está anclado en el amor, la dulzura y la responsabilidad social. Enseñar, para Martí, es también un acto revolucionario.
Nuestra América: el alma continental
En su ensayo Nuestra América, publicado en 1891, Martí deja testimonio de su visión más profunda sobre el destino común de los pueblos latinoamericanos. No es solo una crítica al colonialismo español ni una advertencia contra el naciente imperialismo yanqui; es un manifiesto de unidad, dignidad y creación propia.
Martí denuncia al “aldeano vanidoso” que desconoce los peligros del mundo, y proclama que “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. Para él, los pueblos deben andar “en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”. Rechaza la copia servil de modelos europeos o norteamericanos, y llama a gobernar con “las armas del juicio”, reconociendo las realidades naturales y culturales de cada país.
“No hay batalla entre la civilización y la barbarie (escribe Martí), sino entre la falsa erudición y la naturaleza”. El buen gobernante en América es aquel que conoce y ama a su pueblo, no el que imita a Francia o a Estados Unidos. La educación y el gobierno deben nacer del alma nacional, de sus raíces indígenas, mestizas y populares. Martí repudia al “insecto dañino” que desprecia a su patria, y eleva a quienes se quedan junto a ella, curando sus heridas.
Su ensayo anticipa el peligro que representa el expansionismo estadounidense, al que llama el “tigre agazapado” que espera el momento para saltar. Frente a ese peligro, la única salvación es el conocimiento mutuo entre los pueblos de América, la crítica honesta, la unión continental y la creación cultural propia. Martí sintetiza su visión con una frase que aún retumba: “El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!”.
Encuentro con Rubén Darío
En 1893, Martí se encuentra en Nueva York con Rubén Darío, el joven poeta nicaragüense que ya había publicado Azul. La reunión ocurre en el Hardman Hall, y deja huella en ambos. Martí lo llama “Hijo”, y Darío lo considera “Padre y Maestro”. La admiración es mutua: Darío ve en Martí a un escritor con prosa encendida, cultura vasta y sensibilidad aguda; Martí ve en Darío al portador de una nueva estética que también sirve a la patria.
Tras la muerte de Martí, Darío lo despide con palabras de profunda emoción. Destaca su cultura intacta, su integridad cristalina y su capacidad de influir con la palabra y con el ejemplo. La huella de Martí queda impresa en la poesía y el pensamiento de Darío, quien más tarde escribiría el célebre poema “A Roosevelt” como eco del espíritu martiano.
Legado y paso a la inmortalidad
José Martí no muere en Dos Ríos. Su cuerpo sí, abatido por balas enemigas; pero su pensamiento, su ejemplo y su verbo encendido lo convierten en uno de los grandes inmortales de América. Escribió para enseñar, luchó para liberar, y murió para unir.
Martí entendió que Cuba no estaba sola, que su destino era el mismo que el de Nicaragua, Venezuela, Argentina o Bolivia. Que la lucha debía ser continental, cultural, social y política. Que la independencia no basta sin dignidad, y que la soberanía no existe sin justicia, sin unidad, sin educación.
Hoy, a 130 años de su paso a la inmortalidad, Martí sigue hablándonos con claridad. Nos advierte de los peligros, nos alienta a crear lo nuestro, nos convoca a defender la patria y a unirnos en una sola alma continental. Porque como dijo: “Conocer es resolver”. Y nosotros, los pueblos de Nuestra América, tenemos el deber de conocer nuestra historia para resolver nuestro presente.
Martí vive en cada maestro que enseña con amor, en cada joven que estudia con pasión, en cada pueblo que se defiende con dignidad. Vive en los ideales de Sandino, de Darío, de Fidel. Vive en la palabra clara que no se rinde y en la lucha firme que no se vende.
Fuentes:
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Dávila, B. (2025, 28 de enero). José Martí visto por Rubén Darío. Barricada: https://diariobarricada.com/2025/01/28/jose-marti-visto-por-ruben-dario/
Martí, J. (1891). Nuestra América. (Publicado originalmente en La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891, y en El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891).
Palazio, E. (2023, 27 de mayo). Augusto C. Sandino y José Martí, la eterna vida de los Héroes. Barricada: https://diariobarricada.com/2023/05/27/augusto-c-sandino-y-jose-marti-la-eterna-vida-de-los-heroes/
Redacción Central. (2023, 20 de mayo). José Martí: “Haga hombres, quien quiera hacer pueblos”. Barricada: https://diariobarricada.com/2023/05/20/jose-marti-haga-hombres-quien-quiera-hacer-pueblos/
Redacción Central. (2023, 28 de enero). El pensamiento pedagógico de José Martí. Barricada: https://diariobarricada.com/2023/01/28/el-pensamiento-pedagogico-de-jose-marti/
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