“Hoy 14 de febrero, la recordamos siempre con amor y saludamos a su familia, a sus hijos, a todos, en el imborrable recuerdo y sobre todo, en el legado que caminamos todos los días del amor victorioso de la Norita Astorga, hoy Día del Amor, de la Amistad (…).
Hoy 14 de febrero, en esta Nicaragua libre, nuestra, amorosa y armoniosa, esta Nicaragua libre, nuestra siempre bendita que vive llena de cariño, de fe, sentido de familia y de comunidad”.
Compañera Rosario Murillo – Copresidenta de Nicaragua, 14 de febrero 2020
Hoy, conmemoramos la vida y el legado de Nora Astorga Gadea de Jenkins, una mujer que decidió romper las cadenas de los privilegios y comodidades que el sistema le ofrecía para entregarse por completo a la lucha guerrillera, la lucha de los pueblos y la lucha por la liberación de nuestra patria. Su vida es un testimonio de valentía, compromiso y resistencia, un faro que ilumina el camino de aquellos que creen en la dignidad humana y su libertad.
Desde sus primeros años, Nora mostró un espíritu rebelde, su lucha comenzó en los barrios populares de Managua, donde se vinculó a los sectores más humildes de la sociedad nicaragüense, llevando a cabo diferentes trabajos sociales. Esa realidad a la que se enfrentaba, la gente pasando miseria, sin tener acceso ni siquiera a los servicios básicos, una realidad distinta a la suya, la direccionó en el camino hacia la Revolución, despertó su alma guerrillera.
Su militancia política se consolidó en los años 60, cuando, desafiando las expectativas familiares, se unió al Frente Sandinista de Liberación, convirtiéndose en una figura clave en la lucha contra Somoza y el imperialismo.
Al pasar a la clandestinidad, la guerrillera nicaragüense tuvo que separarse de la compañía de sus pequeñas hijas, de tan solo dos y seis años. Luchó en las trincheras del Frente Sur y formó una entrañable amistad con Gaspar García Laviana, “Martín”, sacerdote y guerrillero ejemplar. La pérdida de Gaspar, quien cayó en combate en 1978, fue una herida profunda para Nora, que, sin embargo, nunca vaciló en seguir adelante.
En su propio testimonio, Nora dejó claro que se identificaba con los principios revolucionarios. Fue una mujer que creyó siempre en la dignidad humana y en la necesidad de un cambio profundo en nuestra sociedad. “Esta es una Revolución de principios, por eso nunca te ves obligado a mentir”, expresó al reflexionar sobre su labor como diplomática de la Revolución Sandinista.
De 1984 a 1986, Nora Astorga desempeñó la valiosa misión de representar a Nicaragua como embajadora ante los Estados Unidos, y, entre 1986 y 1988, fue nuestra voz ante las Naciones Unidas. Fue en esos espacios internacionales donde la valentía de esa combatiente se destacó, defendiendo la causa revolucionaria sin temor. Como ella misma dijo, «La gran ventaja de representar a Nicaragua es que esta es una Revolución de principios».

El 14 de febrero de 1988, Nora Astorga, debido a un padecimiento crónico, se fue de este plano terrenal, dejando tras de sí un legado imborrable. Hoy, en cada rincón de Nicaragua, en cada corazón revolucionario, su nombre es sinónimo de entrega, sacrificio y amor por la patria. El 14 de febrero no será solo un día para recordar su partida, sino una fecha que debemos llevar siempre presente como un recordatorio de la lucha inquebrantable por la justicia, la libertad y la independencia.
El ejemplo de Nora Astorga nos invita a todos a continuar la lucha por una Nicaragua libre, soberana y justa. Como ella, debemos ser firmes en nuestras convicciones, luchar por lo que es justo y, sobre todo, amar a nuestra patria con el mismo fervor con el que ella lo hizo.
¡Honor y gloria a nuestros héroes y mártires! ¡Hasta la Victoria,… Siempre! ¡Viva Nicaragua Libre!
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