Barricada

“CON LA MANO EN LA CONCIENCIA”

Por: Moisés Absalón Pastora.

La conciencia es desde todo punto de vista la voz interna que nos permite identificar nuestros atributos, nuestras cualidades, pero también nuestros errores y desaciertos. Es un espacio espiritual en cada ser humano que nos evalúa, nos examina sin dejar absolutamente nada para el engaño.

La conciencia no es un estado físico y como no la vemos a lo mejor lo que más se acerca a su descripción es que es una especie de latido del alma que desde la profundidad más íntima de nuestra existencia nos exige un profundo respeto cada vez que nos acercamos a ella para confesarnos porque cuando nos vemos para adentro y reflexionamos para escucharnos no lo hacemos con la intención de engañarnos sino para acudir desde el testimonio de la verdad, a un encuentro sincero y honesto con nuestros actos porque lo contrario es la inconciencia, es el auto engaño, es la mentira a veces desnuda o piadosa, pero mentira al fin.

La conciencia es lo que el ser humano conoce de sí mismo para tomar decisiones y acciones y claro está para responsabilizarnos de las consecuencias que produzcan nuestros actos de acuerdo al bien o el mal que hayamos sido capaces de generar y en consecuencia ella es una expresión moral originada en el concepto ético que de la vida, las personas y de la sociedad tengamos.

La conciencia nos permite interpretar el lenguaje de todo lo que nos rodea y eso nos permite tener una idea muy clara de la realidad que vivimos y si la persona como tal no la tiene como parámetro de su realidad o de la realidad simplemente está fuera de órbita, desconectada de la verdad que no admite distorsiones por lo que pierde toda capacidad de hacer lo que es correcto.

Por eso mismo la mejor evaluación que sobre nuestros propios actos podemos tener es la que venga de uno mismo. Usted por ejemplo puede decir de mí que soy una buena persona y a lo mejor no; Usted puede decir que yo soy una mala persona y a lo mejor no, pero solo yo sé que es lo que realmente soy y lo sé por lo que me dice mi conciencia.

“Con la conciencia en la mano”, a propósito del título de este editorial, de este escrito, quiero hablar del examen que debemos hacernos todos los nicaragüenses que sabidos de nuestra historia queremos llevar al país al puerto seguro de la esperanza y así dar seguimiento a temas que abordados en este espacio desde comienzos de este 2024 buscan hacer amable el camino para sacar adelante a nuestro país desde un planteamiento que representa desde el presente paz para el futuro y desarrollo y riqueza para Nicaragua y sus ciudadanos mañana y siempre.

Mi conciencia, por lo que ve y percibe, me dice que nuestro país, que no es de nadie, que es de todos los que le amamos, va para adelante y nadie lo detiene, solo Dios pudiera, pero la verdad que de Él solo bendiciones hemos recibido y esas bendiciones son las que debemos cuidar porque hasta ahora, no puedo dejar de mencionarlo, hay un grupo, un grupito muy reducido, que por sentirse vencidos, frustrados, resentidos, que se yo, prefirieron hacerle más caso a la inconciencia que a la realidad y se dejaron atrapar en la prisión del odio seducidos por aquel ajeno que ahora los desecha y los descarta.

Yo digo, repito por lo que veo, por la información que recibo y por lo que también se, que esta es la mejor Nicaragua que hemos tenido en nuestra historia, pero aclaro seguirá siendo mejor mañana y más pasado mañana y todavía más en los días, semanas, meses y años que vienen porque, después de haber dado una vuelta de calcetín a la estafa de cualquier gobierno antes que este, con acciones que hacen que otros países nos envidien y con el colchón de progreso innegable que palpamos, por fin ponemos al país en la plataforma de despegue o en los rieles que nos conducirán a traspasar la frontera entre la pobreza y el desarrollo, porque si de la pobreza extrema se trata la tenemos prácticamente liquidada con la abundancia generada por esta revolución que es fundamentalmente social.

¿Planteadas las cosas así a qué viene eso de ponernos la mano en la conciencia?

¿Qué actitud debemos tomar para dar ese paso de gigante hacia el futuro?

¿A quién debemos hacer caso para definir la ruta a tomar hacia ese futuro de luz?

A finales del año pasado y comienzos de este todas las instituciones del estado, desde la más alta autoridad a la más pequeña nos compartieron los pormenores de la Nicaragua de hoy traducida en cifras y resultados que hace unos 30 o 40 años atrás, muchísimos creíamos siempre serian imposibles de realizar y no voy a abundar específicamente de qué transformación y evolución hablo porque los que tenemos conciencia sabemos de qué, sino más bien de lo que debemos hacer para mega potenciar esos éxitos.

Debemos entender que el tiempo no perdona y que debemos surfear al ritmo que el nos impone y de ahí la razón por cual veamos que en Nicaragua las cosas se dan a una velocidad hipersónica, primero porque tenemos conciencia de lo mucho que dejamos de hacer por babosadas originadas en el egoísmo de los líderes de barro hechos a la carrera por alfareros de mentira y segundo porque los verdaderos constructores de este país no permitimos que ese mismo tiempo nos pasara por encima y nos aplastara como sí hizo aquel que se quedó estático, distante de la energía y la dinámica, para estacionarse a la espera de que le pusieran el pescado en la boca.

El futuro como tal no existe, creemos verlo, pensamos que nos está esperando, juramos que es el destino, lo dibujamos en la mente, pero la verdad el futuro lo conquistamos, lo construimos y lo hacemos desde el presente con la semilla que sembramos la que siempre va a determinar la cosecha que queramos levantar y eso significa únicamente que si queremos ser parte del éxito y de la solución lo primero que debemos realizar es que todo depende de la actitud que asumamos para salir adelante y eso es lo que hemos hecho la inmensa mayoría de los nicaragüenses.

Sin embargo, las gentes que deseamos el éxito, que luchamos por el éxito y que somos celosos protectores de la materia prima que nos conduce al éxito, como es la paz, no queremos que solo una mayoría parcial lo construya sino que sea la unanimidad de aquellos que vivimos aquí en la que no quedan fuera esos nicaragüenses de buena voluntad, que viven fuera, que han venido aquí, que se han dado cuenta que esta Nicaragua nada tiene que ver con aquella que falsea el odio y el resentimiento, se sumen a nosotros o nos sumemos todos al buen deseo de la mejor Nicaragua de todos los tiempos en la que los viejos que luchamos por ella y los jóvenes que se preparan para gobernarla seamos coyunda de un mismo cuero.

La historia pasada y la historia reciente está ahí, no se puede ocultar, no se puede borrar y los que desde nuestros actos hemos sido la tinta que la escribió debemos conversar con nuestra conciencia y abrir los puños para darnos todos un apretón de mano franco y sincero asumiendo cada quien su propia realidad porque Nicaragua merece lo mejor de nosotros y aquellos que odian a Daniel Ortega, que odian a Rosario Murillo, que odian al FSLN, deberían amar por encima de todo al país que hirieron y golpearon casi mortalmente porque podrán decir cualquier cosa, pero el sandinista no trancó al país; desde los tranques no fue el sandinista el que mató y torturó; no quemó instituciones públicas; no fue el que saqueó negocios, el que quebró empresas, el que mandó al desempleo a más de 250 mil compatriotas; no fue el que se trajo al suelo la boyante y sólida economía de aquel momento; no fue el mercenario que a cambio de una sustancial paga se convirtió en mercenario; no fue quien fue a la sala oval de la casa blanca o anduvo por los pasillos del departamento de Estado para pedir sanciones o agresiones contra el país; no fue el ejecutor de un mal llamado golpe suave que pretendió arrasar con la institucionalidad de la nación.

Decir o reconocer esto es lo que tiene que ver con la conciencia y podrán decirnos a todos aquellos que estamos de este lado de la historia cualquier cosa, pero la realidad siempre será otra y esa realidad representa la inmensa arma con la que nos defendemos y con la que combatimos, la razón.

Las heridas, sobre todo cuando son profundas, cuando de sanarlas se trata hay que ponerlas bajo cuidado intensivo y eso implica limpiarlas, desinfectarlas y vendarlas para que no se abran, para que no sangren, para que no se infecten y generen esos tejidos fétidos y podridos que nos pueden conducir a la muerte y eso es lo que el sandinismo, reaccionando a las bacterias contaminantes ha venido haciendo en la estricta voluntad de no rendirnos ante la adversidad, de no arrodillarnos ante ese infame puñal con que el verdugo nos amenaza todos los días porque no nos sometemos a su dominación que no es otra que el interés que siempre tuvo por anexar a nuestro país a esa bandera de barras y estrellas que vencida no tiene más que resignarse y entender que aquí tenemos muchos éxitos, pero que el fundamental es que ahora somos auténticamente libres.

Desde aquel 2018 a nuestros días mucha agua ha pasado bajo el puente y han sido decisiones que en legítima defensa, avaladas por la dignidad espartana de gobernar y no reaccionar, nos distinguen como el Ave Fénix, que surgido de las cenizas que quedaron en el crematorio del odio nos tiene aquí iniciando un nuevo camino donde muchas cosas se tejen, en silencio como debe ser, pero darán por resultado limpiar el camino de la basura que el fracaso dejó regada en su desbandada.

Cuando esas noticias grandes lleguen comprenderemos aún mejor la naturaleza de una sabiduría que desde el gobierno construye puentes, hace sumas y multiplicaciones para que desde toda ecuación entendamos que cada quien desde su lugar debe ser un agente de la reconciliación y que el mensaje estará dirigido a los que desde el presente quieren ser parte del futuro porque lo pasado en el pasado quedó y solo lo invocaremos para dejar por sentado que este no tiene más espacio en un país que como el nuestro ya sabe que la guerra, el odio y la división fueron únicamente sinónimo de espanto y dolor y que la inconsciencia que nos llevó a toda esa locura fue vencida por el amor.

Por eso mismo con la mano en la conciencia hay que reflexionar, hay que conversar con nuestro yo interno, para que abramos la puerta a la reconciliación efectiva y entender que sería un crimen intentar, desde cualquier medio, desestabilizar al país. Por el contrario, cada quien desde su rol que asuma lo corresponde. Que el empresario se dedique a hacer negocio para él, para su familia, para generar calidad de empleo y aportar honestamente al país los impuestos que corresponden; Que el trabajador haga lo suyo desde la tan necesaria estabilidad que requiere para salir adelante; Que los profesionales de la fe se dediquen a los suyo, que prediquen la palabra de Dios y que todos los que son actores del desarrollo asuman los roles en los que son efectivos y si hay ciudadanos que se quieran formar partidos para acceder al gobierno a través de elecciones que lo hagan, pero que también entiendan que los políticos están en el gobierno, que son ellos los facilitadores, los que tienen que cumplir con el mandato constitucional de velar por los intereses del país que emanan de la voluntad popular no de la voluntad de gobiernos extranjeros que como Estados Unidos generan únicamente caos.

Entendamos que la política es para los políticos. El político no es el que despotrica contra el que está en el gobierno, en tal caso es un suspirante del poder. El político es el qué desde la complejidad del gobierno, dónde se le encuentra la cuadratura a lo redondo, encuentra soluciones y da respuesta a los problemas del país y sus ciudadanos y para eso hay que hilar fino, sobre todo cuando el resultado es la realidad de lo que tenemos hoy, un país con un progreso del que muchos, contra la voluntad del imperio, no tienen más remedio que hablar bien porque en todo estamos bien.

Pongámonos entonces la mano en la conciencia y concluyamos, ahora más que nunca, que en el horizonte está pintada una verdadera reconciliación y nos vamos a acercar más a la visión de ese horizonte porque a la vuelta de la esquina ya se oyen pasos grandes sobre el camino allanado porque una cosa es segura; a esta nación, bendecida, prosperada y en victoria nadie la para porque con propiedad decimos que tomados de la mano nos conduce el Creador.

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