Los Estados Unidos utilizan, aunque sean la negación personificada de lo que dicen defender y proclamar, temas como la libertad, la justicia y la democracia, que en su conjunto son derechos humanos que todos nos merecemos, pero que desde la manipulación política son solo instrumentos que el enemigo de la humanidad ni tiene para sí, lo que los evidencia como faltos de autoridad moral para demandarlos en otros, que sí teniéndolos, somos víctimas de la hipocresía norteamericana porque esta lo que hace es lanzarse contra quienes luchando contra la pobreza hemos efectivamente empoderado de sus derechos humanos a quienes hoy los están gozando.
Por supuesto que los derechos humanos son determinantes para el desarrollo de cualquier sociedad, pero me pregunto: ¿Realmente sabemos que son los derechos humanos o con ellos tomamos el rábano por las hojas?
No puede ser agradable ni grato para ningún gobernante cuando cualquier medio de comunicación o conjunto de países, desde algún organismo hemisférico, lo señala como violador de los Derechos Humanos y más amargo debe ser cuando un gobernante los respeta y los hace efectivo, pero habiendo, desgraciadamente, quienes hacen cualquier cosa y se confabulan para arrebatarlos a pueblos que sí los tienen.
Los Derechos Humanos son un conjunto de valores sustentados en la dignidad humana y son indispensables para el desarrollo integral de toda persona. Estos son inherentes a los individuos, no distinguen nacionalidades, residencia, sexo, origen, condición étnica, color, religión, lengua, o cualquier otra condición y todos deberíamos tener esos mismos derechos humanos, sin discriminación alguna porque son universales y se contemplan y garantizan bajo ley a través de tratados, del derecho internacional, de principios generales y otras fuentes de defensa que procuran, a veces sincera y otras parcialmente, defenderlos o manipularlos políticamente por algún tipo de interés.
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A propósito de quienes se han querido convertir en adalides de los derechos humanos y que centran el enfoque de estos exclusivamente en la democracia política, me hago estas preguntas:
¿Qué pasa con la democracia social o es que la democracia solo existe cuando hay elecciones y gana el que quería Estados Unidos?
¿Se puede decir que existe solo democracia cuando un medio de comunicación dice lo que quiere y se considera inmune e impune ante la decisión de alguien que lo acuse porque se sintió calumniado y ese ese es su derecho?
¿Debemos interpretar como derecho humano que alguien, porque no está de acuerdo con el gobierno se lance a las calles y le pegue fuego a una institución pública, un hospital, una escuela o cualquier bien privado porque según el pirómano eso es parte de la democracia y en consecuencia no hay que tocarlo porque entonces equivaldría si es investigado a ser acosado, si es detenido a ser reprimido y si es sentenciado a ser prisionero político?
Solo planteo estos contradictorios conceptos, con los que algunos definen y manipulan la democracia, para de igual manera afirmar que absurdamente también se le da el mismo trato al significado del delicado tema de los derechos humanos.
Fíjense bien las elecciones, como las que se nos vienen el 6 de noviembre, son parte de la democracia política porque el pueblo que elige a su gobernante goza de un derecho humano para decidir su futuro, pero la acción de votar por “X o Y” candidato no garantiza de modo alguno el respeto a sus derechos humanos.
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Todos conocemos cualquier cantidad de gobiernos surgidos a través de procesos, unos más transparentes que otros y otros nada transparentes, que eligieron como derecho humano a alguien que lo único que hizo fue reprimir o robar a quien lo puso en el poder y jamás fue capaz de poner una sola piedra que representara progreso para sus naciones y son precisamente los que con una desvergüenza monumental acusan a Daniel Ortega de violar derechos humanos que en países como Costa Rica, Colombia o el imperio mismo no conocen.
Las elecciones, la libertad de expresión, de pensamiento, de movilización, la pluralidad ideológica, el respeto al credo de cada quien, etcétera son aspectos políticos que son parte de los derechos humanos, pero al final solo se trata de un discurso electorero, coyuntural y de marketing porque pretende vender al votante una especie de paraíso que puede terminar en un infierno y aquí lo vivimos en la década de los noventa en tres gobiernos cuando unos pocos se hicieron ricos y un montononón se volvió pobre.
Como dije la democracia política es importantes, pero no más importante que la democracia social porque la primera se olvida de todo ya que el objetivo de esas libertades que pregona el capitalismo salvaje, no es responder a quien demanda porque no tiene nada, sino simplemente llegar al poder solo para estar en el poder y escuchar lo bonito que suena que los serviles le digan al mandamás de turno señor presidente vamos por buen camino y es que los que están bien son los que construyen una élite de depredadores para acabar con el tesoro que les representa el presupuesto de la república.
Con las elecciones, repito, que son muy importantes, el pueblo no come, el pueblo no estudia, no atiende sus enfermedades, no come, no se viste, no tiene un techo digno en el cual guarecerse, no tiene luz en su hogar, no tiene caminos de penetración, ni carreteras, ni energía, ni comunicación, ni nada de lo que puedan significar los Derechos Humanos.
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El derecho humano establece obligaciones en los gobiernos para que tomen medidas en situaciones que generalmente se desprenden de la pobreza y este es un asunto que para verlo se requiere de lentes fundamentalmente sociales y revolucionarios que se caractericen por valores que solo pueden inspirarse en la solidaridad, el en cristianismo y en el amor al prójimo, pero lamentablemente hay mentes tan embrutecidas que cuando algunos hablamos de estas cosas lo primero que hacen es llamarnos comunistas y lo hacen porque al final son tan ignorantes que no saben ni como se llaman y así confunden lo gordo con lo inflamado porque no está en ellos, tener ni una semilla de mostaza que les represente algo de conciencia social.
El respeto hacia los derechos humanos, la promoción de los derechos humanos y la acción de los derechos humanos es un deber de todos porque en la medida que se observan es cuando las naciones crecen, pero cómo lo haríamos sin escuelas que enseñen, sin hospitales que curen, sin alimento para los hambrientos, sin carreteras que te comuniquen, sin energía que te permita emprender, sin agenda para los viejitos, sin espacios para los jóvenes, sin políticas de género y sin seguridad, orden y estabilidad.
Es indecente politizar los derechos humanos, pero es criminal hacer negocios de ellos y hay mercaderes que están haciendo su vida con este tema. Aquí hay de esos y andan libres como si nada, que movieron sus patitas hacia el norte para ir a pedir al imperio que viniera el Tío Sam a maltratarnos. Por ahora andan calladitos, saben lo que hicieron, y nosotros también, porque fuimos el objetivo del odio desatado en aquel 2018 donde la CPDH, el CENHID y la ANPDH callaban ante las torturas y las hogueras encendidas de aquellos ciudadanos y policías a los que les pegaron fuego a nombre de la democracia.
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Hay que tener moral para hablar con propiedad de Derechos Humanos. Ni Estados Unidos que no es suscriptor internacional de ningún tratado que tenga que ver con los derechos humanos, ni la OEA que da hálito desde su seno a la CIDH, que es la peor estafa que se puede referir hemisféricamente sobre este tema, ni ninguno de esos impostores que pretenden vestirse de “salvadores de la patria o paladines de la libertad” y menos esos endiablados y azufrosos obispos y sacerdotes, que bendijeron el fallido golpe de estado de 2018 y todas sus consecuencias, nos pueden venir a hablar de derechos humanos y es un tema que abordo porque nunca antes el derecho humano para el nicaragüense fue tan real y visible como ahora porque las obras para garantizarlos y hacerlos efectivo nunca van a ser invisibilizadas por ningún tipo de politiquería pues tienen el tamaño del Coloso de Rodas.