Barricada

San Romero de América: A 45 años del martirio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero

“Estamos aquí junt@s, Nicaragua Unida ! Estamos aquí junt@s y estamos reunid@s en todo Nicaragua, celebrando la Vida y el Legado de San Romero de América. El Santo de los Pueblos, de las Luchas de los Pueblos. El Santo que hoy nos acompaña en estas Batallas que libramos, por el Triunfo de la Paz y del Amor, por el Triunfo del Cariño, por el Triunfo de la Justicia!

Nos sentimos content@s de estar reunid@s celebrando la Vida, el Testimonio de Vida, el Legado, Patrimonio de los Pueblos de América, de San Romero, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que nos ha acompañado porque ha resucitado y resucita cada día en el Corazón Combativo de los Pueblos. Porque aquí no se rinde nadie!”

Cra. Rosario Murillo, Copresidenta de Nicaragua

13 de octubre de 2018

Hay hombres que vivieron en santidad y que tenemos la obligación de no olvidar, porque su compromiso con las personas más desfavorecidas nos sigue iluminando.  Monseñor Romero, vivió su ministerio en las horas más difíciles para Latinoamérica y para su pueblo salvadoreño.  Días de persecución, cárcel, tortura y muerte.   No se debe olvidar a las víctimas de las masacres como la del río Sumpul, pocos después de la muerte de Monseñor Romero donde perdieron la vida aproximadamente seiscientas personas, entre hombres, mujeres y niños.  Días de miedo, en los que la represión de la Guardia Nacional de El Salvador, tan genocida como su homónima en los tiempos del somocismo en Nicaragua, y como los represores de ese tiempo que, en Guatemala, ocasionaron un genocidio silencioso donde más cien mil indígenas perdieron la vida.

El martirio de un santo

Ante este escenario de muerte, se alzó la voz profética de Monseñor Romero, en sus homilías llamaba a que se respetara la vida de sus hermanos y hermanas, tenía la esperanza en la paz, y en que la vida triunfaría ante la muerte.   El 23 de marzo, a pesar de los consejos de sus consejeros de confianza, decidió pronunciar la frase que lo llevaría al martirio, dirigiéndose a la Junta de Gobierno y a las fuerzas represivas, dijo con la fuerza de su fe: “¡Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión!”

Al día siguiente, el 24 de marzo de 1980, cuando celebraba la Santa Misa en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia, una bala asesina penetró en su pecho; su rostro cubierto de sangre tenía expresión de serenidad, como si tratara de un sueño profundo, según testimonio de quienes lo auxiliaron.   Este crimen se atribuye a los escuadrones de la muerte que actuaban con impunidad en ese entonces.  Ese nefasto día9 marcó el inicio de la cruenta guerra civil que enlutó a El Salvador por más de diez años y que tuvo un saldo fatal de más de cien mil muertos.

“Años dolorosos aquellos, tan dolorosos que el 24 de Marzo de 1980 lo asesinaron a Monseñor, y lo asesinaron los derechistas, los oligarcas, los pro-imperialistas. Los asesinos fueron entrenados por los yanquis, armados por los yanquis para asesinar al Pueblo Salvadoreño y para asesinar a Religiosos, Dirigentes Espirituales como Monseñor Romero, que se atrevían a predicar su Opción Preferencial por los Pobres, condenando a los oligarcas y condenando a los intervencionistas, a los que armaban a los asesinos”

Cmdte. Daniel Ortega, Copresidente de Nicaragua

13 de octubre de 2018

El cuerpo físico de Monseñor Romero descansa en la Catedral Metropolitana de El Salvador, donde es visitado por personas de todos los estratos sociales, sobre todo campesinos y obreros, que le cantan canciones de la misa campesina salvadoreña y le piden que los siga acompañando.

San Romero de América

El 23 de mayo de 2015 el papa Francisco beatificó a Monseñor Romero.  En esa ocasión se celebró una multitudinaria misa celebrada en la Plaza Divino Salvador del Mundo de San Salvador, a las que asistieron aproximadamente 250,000 personas. 

Su canonización tuvo lugar el 14 de octubre de 2018, en la Plaza de San Pedro en Roma. Al menos 7.000 salvadoreños viajaron al Vaticano para presenciar el acto de canonización de Arnulfo Romero.

“Como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. – Arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, marzo 1980

“Y aquí estamos desde Nicaragua diciéndole a Monseñor que sus Palabras, que sus Principios, que sus Ideales los compartimos l@s nicaragüenses y seguimos luchando por esos Principios aquí en Nicaragua”.

Cmdte. Daniel Ortega, Copresidente de Nicaragua

13 de octubre de 2018

Te puede interesar: José Dolores Estrada Vado: Héroe Nacional y Pilar de la Soberanía Nicaragüense