Barricada

Simón Bolívar y su Sueño Supremo

El 17 de diciembre de 1830, hace 192 años, partía hacia la inmortalidad Simón Bolívar, el Libertador de América.

Desde entonces el espíritu unitario de Simón Bolívar, junto con Sandino, Allende, el Che, Chávez, Fidel, galopan con la espada en alto, llamando a los pueblos latinoamericanos a mantener encendida la antorcha de la libertad.

Hoy Barricada Historia te trae su biografía.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, hijo de Juan Vicente Bolívar Ponte, y de María de la Concepción Palacios y Blanco, nació en Caracas el 24 de julio de 1783, comprometido desde su juventud con el proyecto de liberación de América Latina. Él mismo se lo había propuesto en el Monte Sacro: «Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español».

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Estuvo rodeado el Libertador de grandes espíritus libertarios como su insigne tutor Simón Rodríguez, Manuela Saénz, la libertadora del libertador, que lo amó hasta la muerte, Antonio José de Sucre, joven y brillante general que lo acompañó en las aciagas jornadas militares y que fue muerto a traición.   Brillante y acucioso estudioso, redactó la “Carta de Jamaica”, escrita en el exilio y la que recorre todo el continente y esboza el futuro posible si se mantiene la unión y la actitud antiimperialista.   Pensamiento que será posteriormente enarbolados por el General Augusto C. Sandino, en su Plan para la Consumación del Supremo Sueño de Bolívar.   

El Libertador de América, forjador de la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, perseguido por sus adversarios fue convertido en un hombre sin patria, condenado al destierro por el General Santander, cuando se disolvió la Gran Colombia. El 6 de mayo de 1830.   Se vio obligado a salir de Cartagena, embarcado en el Bergantín Manuel, hacia Santa Marta.  Se fue con dolores en el bazo y en el hígado, y buscando mejores condiciones lo trasladan a la quinta San Pedro Alejandrino, propiedad de Joaquín de Mier, que lo acompañó junto con su sobrino Fernando.   

Fue su última estancia.  El 10 de diciembre de 1830, el General Simón Bolívar, ya cerca de la muerte dictó su testamento y una proclama dirigida al pueblo de Colombia.  Sentido por la traición y el abuso de sus enemigos, que hollaron lo más sagrado que era su reputación y el amor a la libertad.  Ya a las puertas del sepulcro los perdonó.  Terminó su proclama haciendo votos por la felicidad de la patria: Colombianos! Mis últimos votos son de amor a la patria:   Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.  Su sobrino Fernando, llevó una pequeña mesa a la cama donde yacía moribundo el Libertador, que con mano temblorosa estampó su firma.   

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Instantes después empezó la agonía, el delirio agonizante: “Vámonos! ¡Vámonos!  Esta gente no nos quiere en esta tierra… Vamos muchachos… lleven mi equipaje a bordo de la fragata”.    Estos momentos dramáticos se extendieron hasta la una de la tarde tres minutos y cincuenta y cinco segundos del 17 de diciembre, cuando entregó su alma y viajó hacia el infinito, cubierto de gloria.

Se decretó duelo hasta el 10 de febrero, día en el que el séquito funerario seguido por el doliente pueblo llevaba los restos mortales de Simón Bolívar, el Libertador, vencedor de grandes batallas contra el ejército colonial español, precursor de la independencia de Nuestra América.  

Parte de la crónica  del desfile fúnebre hacia la Catedral, es la siguiente: “El séquito funerario iba presidido por dos pajes enlutados que conducían de la brida dos hermosos caballos negros cubiertos por impresionantes crespones en los que se ostentaban las iniciales S.B.  Seguía un oficial a caballo y espada en mano, a a continuación, en graduación descendente, un general, un coronel y un comandante.  Aparecían luego los colegios, la Universidad presidida por su rector y el Cabildo eclesiásticos, las corporaciones civiles, los tribunales de justicia, el Ayuntamiento de la ciudad, el jefe del Estado con sus ministros y el cuerpo diplomático.  Cerraba el cortejo un coche tirado por negros caballos, todo enlutado, a cuyo frente leíase:  BOLIVAR”.

Desde entonces el espíritu unitario de Simón Bolívar, junto con Sandino, Allende, el Che, Chávez, Fidel, galopan con la espada en alto, llamando a los pueblos latinoamericanos a mantener encendida la antorcha de la libertad.

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Fuente:

Días Sánchez, Ramón. (1971) Bolívar el Caraqueño.  Edición Popular, Guatemala.